Mudar el paisaje es un proyecto interactivo que se presenta como un nuevo modo recorrer y de relacionarse con el paisaje: una acción que se desarrolla en el mismo y una instalación que establece un diálogo con el proyecto que permite conocerlo y descubrirlo.
Mudar el paisaje nace de la necesidad de ordenar los fragmentos de memoria, de lugares y percepciones que voy recogiendo en mis viajes. No pretendo modificar los distintos paisajes, sino mezclarlos, fusionarlos, recrearlos y así dibujar una especie de cartografía personal, que produzca nuevos mapas, llenos de recorridos propios.
Sobre las piedras recogidas en cada paisaje imprimo fotográficamente el mapa de su lugar de origen, haciéndolas portadoras de su propio lugar/memoria. El siguiente paso es devolverlas a un lugar distinto del cual fueron recogidas.
Cada piedra impresa y abandonada en un nuevo paisaje vuelve a formar parte de él, y quien la encuentre está invitado a mudarla otra vez: cada piedra lleva una invitación en forma de pregunta “¿y a dónde la llevas ahora?”, y cada vez que alguien recoge la piedra y la deja en otro sitio, hace mudar el paisaje. Todas las piedras tienen un e-mail de contacto, la invitación es a mudar la piedra, documentarlo en una fotografía y ponerse en contacto, de esa forma será posible armar un mapa de recorridos.
Lo más probable es que no vuelva a ver las piedras que intervengo, y es muy posible que tampoco sepa qué recorrido siguieron la mayoría de ellas, pero lo interesante es que cuando vuelva al lugar donde las dejé ya no las encuentre, y así sabré que ya forman parte de otro paisaje, y por qué no, de la identidad de otra persona.
Mudar el paisaje nace de la necesidad de ordenar los fragmentos de memoria, de lugares y percepciones que voy recogiendo en mis viajes. No pretendo modificar los distintos paisajes, sino mezclarlos, fusionarlos, recrearlos y así dibujar una especie de cartografía personal, que produzca nuevos mapas, llenos de recorridos propios.
Sobre las piedras recogidas en cada paisaje imprimo fotográficamente el mapa de su lugar de origen, haciéndolas portadoras de su propio lugar/memoria. El siguiente paso es devolverlas a un lugar distinto del cual fueron recogidas.
Cada piedra impresa y abandonada en un nuevo paisaje vuelve a formar parte de él, y quien la encuentre está invitado a mudarla otra vez: cada piedra lleva una invitación en forma de pregunta “¿y a dónde la llevas ahora?”, y cada vez que alguien recoge la piedra y la deja en otro sitio, hace mudar el paisaje. Todas las piedras tienen un e-mail de contacto, la invitación es a mudar la piedra, documentarlo en una fotografía y ponerse en contacto, de esa forma será posible armar un mapa de recorridos.
Lo más probable es que no vuelva a ver las piedras que intervengo, y es muy posible que tampoco sepa qué recorrido siguieron la mayoría de ellas, pero lo interesante es que cuando vuelva al lugar donde las dejé ya no las encuentre, y así sabré que ya forman parte de otro paisaje, y por qué no, de la identidad de otra persona.